domingo, 5 de octubre de 2014

Noticia IDEAL:El cristianismo llega a Cástulo


Lo que parecía imposible hasta hace dos años, encontrar en Cástulo un nuevo hallazgo que hiciera sombra al impresionante Mosaico de Los Amores, parece haberse hecho realidad. Un conjunto de trozos de vidrio encontrados en un edificio anexo al Mosaico, aunque del siglo IV d. C., se ha convertido en uno de los hallazgos más importantes a nivel internacional de la primera etapa de iconografía cristiana: una patena de vidrio que representa a Cristo en majestad.

La excavación arqueológica realizada en el centro monumental de la ciudad de Cástulo ha permitido documentar la existencia de un gran edificio, erigido en torno a mediados del siglo IV d. C. que según, las hipótesis, estuvo vinculado al uso religioso durante un siglo aproximadamente, momento en el que se produjo su destrucción. «No sólo es un objeto de relevancia, sino que además nos permite conocer el contexto del entorno en el que se localizan», explica Marcelo Castro, director del conjunto arqueológico linarense sobre un hallazgo que recoge la iconografía arcaica de la primera etapa de formación de la Iglesia católica, durante la segunda mitad del siglo IV, cuando apenas existían representaciones de la fe cristiana.

La patena, junto al cáliz, eran los utensilios esenciales para la celebración del banquete ceremonial cristiano, la eucaristía, y esa fue desde un principio su función litúrgica: recibir el pan consagrado para distribuirlo entre los fieles. Un hallazgo único, como subrayaban ayer los representantes de la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Linares durante la presentación de esta pieza, que destaca por su «excepcional» estado de conservación, de cerca del 81%, y que ofrece uno de los ejemplos más antiguos y mejor conservados hasta el momento.

Tras un estudio detallado de la pieza y de su decoración, y a la vista de algunas composiciones similares, en cuento a rasgos técnicos y estilísticos puede afirmarse que su procedencia se localiza en alguno de los talleres más importantes de Roma y Ostia, centros artísticos de referencia en dicha época.

Así, tras el proceso de estudio y conservación que ha permitido situar esta pieza dentro del discurso expositivo del Museo Arqueológico de Linares, el proceso para la puesta en valor de esta pieza pasa, según señaló Castro, por un esfuerzo para musealizarla de forma adecuada.

«Cástulo es un milagro que está trayendo grandes noticias a toda la provincia a pesar de que sólo se conoce la milésima parte», manifestó la delegada provincial de Cultura, Yolanda Caballero, durante la presentación de esta pieza que, subrayó, «permitirá reconstruir fragmentos de la historia que son fundamentales».

En esta línea, la delegada de la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo, que financia las investigaciones en el yacimiento en el marco del proyecto Fórum MMX, calificó el proyecto desarrollado de «investigación de excelencia» pues, recordó, los descubrimientos en Cástulo «permiten conocer nuestra historia, pero también una etapa fundamental para la construcción de la identidad de Europa».

Un ejemplar único

El estado de conservación y la antigüedad de la patena hallada en Cástulo han hecho de esta pieza un ejemplar único en el que queda reflejada la primera iconografía cristiana, tan sólo unos años después establecerse la libertad de religión en el Imperio romano, por Constantino I el Grande.

De esta forma, la patena de Cástulo recoge una figura central, que representa a Cristo en majestad (mafestas), portando una cruz gemada en la mano derecha, símbolo de la resurrección, y el libro de los Evangelios en la izquierda. Por otro lado, los personajes que flanquean a Cristo aparecen tocados con elementos de distinción, con lo que parecen corresponderse con dos de los apóstoles. Las dos figuras portan en una de sus manos un rollo de pergamino.

Asimismo la escena se completa con elementos que enfatizan la realiza y divinidad de Cristo, como abreviatura de su nombre, el crismón, situado en la parte derecha junto a Jesús.

La ubicación general del conjunto es el orbe celeste, representado a su vez por dos palmeras que jalonan la escena, elementos que, en la iconografía paleocristiana, son, entre otras cosas, símbolos de la inmortalidad.