lunes, 21 de diciembre de 2015

Las campañas electorales de la Antigua Roma


En España estamos inmersos en un proceso electoral con motivo de las elecciones generales que se celebrarán el próximo 20 de diciembre. Las ciudades han quedado empapeladas con carteles de los diferentes partidos políticos, y por todas partes se percibe con claridad que estamos en un proceso electoral. Sin embargo, esto no es algo nuevo, y como otras muchas cosas, en nuestra tradición encontramos un origen en la Antigua Roma, donde ya era común la propaganda electoral como forma de comunicación.

En Roma no era una costumbre habitual hacer mítines, aunque sí se utilizaban otros métodos que nos recordarán bastante a los que hoy en día se practican. Por ejemplo, aunque no se pegaban carteles, sí que se hacían pintadas en las paredes, sobre fondos previamente encalados, en colores rojos o negros. En ellos se publicaban mensajes favorables a uno u otro candidato, pero también criticando a los opositores.

Por otro lado, en el tratado político de Cicerón Commentariolum Petitionis recoge la estrategia que debían mantener los candidatos para tener éxito electoral. En él se explica, por ejemplo, que era preciso ir al Foro —espacio donde se desarrollaba gran parte de la vida pública en las urbes romanas— todos los días a la misma hora para que los ciudadanos se pudieran dirigir a ellos y preguntar todo lo que quisieran. Además, esto permitiría que le hicieran peticiones, a las que deberían tratar de responder siempre favorablemente. Esto también nos recordará bastante a la actualidad, ya que los políticos suelen prometer muchas cosas, aunque luego no las cumplan.

También cabría destacar, y sólo por poner un ejemplo más, que muchas veces los candidatos trataban de demostrar la riqueza de sus familias —que, en numerosas ocasiones, tenían una larga tradición en el ejercicio de los cargos públicos— a través de mecanismos que hoy nos parecerían un tanto escatológicos. Por ejemplo, la ubicación de tumbas llamativas en la Vía Apia y Flaminia con el fin de que todos los visitantes a la ciudad y los habitantes de la misma pudieran ver el poder de las diferentes familias.

Esto quizá nos sirva para pensar que la propaganda electoral no es algo nuevo y saber que, aunque las formas se vayan modernizando, nuestra tradición mantiene unas raíces en relación con la política que proceden de las mismas entrañas de la Antigua Roma.