martes, 26 de enero de 2016

Revista de Historia:Hannón el Grande, el traidor de Cartago


Hannón el Grande, ganó su apellido haciendo grandes conquistas de territorios para Cartago en áfrica, enriqueciéndose en extremo y haciéndose con el control del partido oligárquico de Cartago. Sin embargo, tan prometedor inicio no podía hacer prever a nadie lo mucho que iba a perjudicar Hannón los intereses de su patria, ya que desde el mismo instante en que se enriqueció, ya sólo pensó en él mismo y en como conservar su riqueza.

Decidido a mantener su fortuna, se opuso a la Primera Guerra Púnica contra Roma, ya que no tenía ningún interés comercial en el mar, dado que sus riquezas provenían de sus grandes posesiones terratenientes en África. No supo ver, que la pérdida del control marítimo en favor de Roma, sólo podía ser perjudicial para su patria.

Amílcar Barca, padre de Aníbal, consiguió muchos éxitos contra los romanos, sin embargo, Hannón conspiró desde la sombra para finalmente conseguir que se desmontase la flota cartaginesa, que costaba muchísimo dinero a las arcas de la ciudad, lo que propiciaría la derrota de Cartago tres años después.

No contento con esto, se negó a pagar a las tropas mercenarias que habían luchado con Amílcar Barca, por lo que estalló una sublevación a que fue incapaz de sofocar. Acudió entonces al general que al que tanto había perjudicado, Amílcar Barca, que una vez mas demostró su valía y derrotó a los sublevados.

Empeñado como estaba en conservar su fortuna, encabezó la facción pro-romana durante la Segunda Guerra Púnica, y su avaricia le llevó a negar los refuerzos que tanto necesitaba Aníbal, tras su aplastante victoria sobre los romanos en la batalla de Cannas.

Cuando Aníbal fue finalmente derrotado en la batalla de Zama, Hannón, como no, encabezó la comisión del Senado de Cartago encargada de firmar la paz con Roma.

Aníbal intentó vengarse cuando fue elegido sufete, promulgando toda una serie de leyes que perjudicaban claramente a Hannón, pero éste se las ingenió para agitar a los oligarcas cartagineses, que veían con temor las reformas democráticas que estaba emprendiendo Aníbal, consiguiendo que Aníbal fuese desterrado de la ciudad y perseguido por los romanos