viernes, 10 de junio de 2016

Descubren un pozo oracular dedicado a Apolo en Atenas, el primero hallado en la ciudad


Los arqueólogos han descubierto en Atenas un pozo oracular dedicado al dios Apolo. Aunque otros han sido encontrados antes en Grecia, como el famoso oráculo de Delfos, este es el primero que aparece en la misma ciudad de Atenas.

El pozo está en el barrio del Cerámico (Kerameikos) al noroeste de la Acrópolis, que era la antigua puerta de entrada a la ciudad, y en el que se sitúa la famosa necrópolis cuyas estelas y monumentos funerarios jalonan el camino hacia Eleusis. Esta necrópolis es además una de las visitas más impresionantes que el viajero puede realizar en la capital griega.

Al sur de la necrópolis hay un santuario, descubierto por Kyriakos Mylonas en 1890, donde se halló un ónfalo, una piedra de mármol que simboliza el ombligo del mundo y que también se encontró en Delfos. Se cree que se usaba para la comunicación directa con los dioses.

Este santuario estaba dedicado a Artemisa Soteria (la salvadora), como se deduce de varias inscripciones y artefactos que fueron apareciendo en el curso de las excavaciones a lo largo de los años.

En 2012 los investigadores del Instituto Arqueológico Alemán se percataron de que el ónfalo estaba colocado sobre una losa de mármol que cubría una abertura en el suelo. El pasado año el ónfalo fue finalmente levantado con una grua para revelar lo que llevaba ocultando durante cientos de años: un pozo circular de 9 metros de profundidad, construído con tejas de arcilla semicilíndricas. En ellas se han encontrado más de 20 inscripciones de la frase ΕΛΘΕ ΜΟΙ Ω ΠΑΙΑΝ ΦΕΡΩΝ ΤΟ ΜΑΝΤEΙΟΝ ΑΛΗΘΕΣ (Ven a mi, o Peán, y trae contigo al verdadero oráculo).

Peán era uno de los epítetos de Apolo, el hermano de Artemisa. La frase es una oración e invocación a la deidad que se utilizaba para solicitarle respuestas fieles y precisas a las preguntas realizadas por los creyentes.

El pozo tiene un diámetro de 65 centímetros, lo que dificulta la exploración de los arqueólogos. No obstante, por lo que se ha podido investigar parece que las inscripciones datan de época romana, probablemente del siglo III, aunque el pozo es sin duda mucho más antiguo, construído hace unos 1.800 años.

Según declaraciones de Jutta Stroszeck, director de las excavaciones del cerámico, al diario Haaretz, el pozo se habría utilizado para practicar la hidromancia, un método de adivinación por medio del agua muy común en la Antigüedad.

El hallazgo también es importante porque confirma que el ónfalo se halla situado en su ubicación original, siendo por tanto el único de toda Grecia que no habría sido movido posteriormente, como si ocurre por ejemplo con el de Delfos.