miércoles, 21 de septiembre de 2016

ABC:Un templo romano sin explorar "se está convirtiendo en un vertedero"


Fenicios, tartesos, griegos y romanos tienen cabida en esta historia. A través de la vía Augusta, una antigua calzada romana que conectaba Cádiz con Roma, se llega al santuario de la diosa Salus, un templo milenario irregular que se esconde a día de hoy bajo unas tierras agrícolas. "No quiero entrar tampoco, esas tierras son propiedad privada, pero ahí abajo se encuentran los cimientos del santuario", asegura Francisco Jordi Páez, un joven amante de la historia y férreo defensor del patrimonio histórico. Este jerezano de 23 años lleva seis meses investigando, recopilando datos y redactando un libro acerca de la ciudad romana de Ceri, lo que es hoy la Sierra de Gibalbín.

"He localizado más de 100 monedas de ceri", comenta. No las tiene en su poder, habla con coleccionistas e historiadores que las atesoran para poder estudiarlas. Le apasiona la historia desde que tenía ocho años. Se nota en la terminología que pronuncia, en lo que se detiene para decir las palabras correctas. Numerosas publicaciones determinan a las monedas romanas del enclave de la Andalucía Occidental como cerit. "Una filóloga extrajo que el nombre del núcleo urbano acaba en t, pero realmente en las monedas se puede observar que no es una t, sino una espiga de trigo. La ciudad realmente se llamaba Ceri, no Cerit", profundiza este joven historiador. Miguel Ángel Borrego Soto, arabista que escribió en su tesis que el topónimo era Cerit ha reconsiderado la investigación de Jordi Páez y corrobora que el topónimo urbano latino es Ceri. 

Ceri, en honor a la diosa del cereal, Ceres, es el nombre de la ciudad romana que se abastecía de alimentos a través de las villas agrícolas que rodeaban al templo de la diosa Salus. Se trata de un entorno ager caretanus (zona agrícola), gracias al lago, fuente de agua que dio nombre al santuario. El manantial se relacionó en un principio con la fertilidad. El agua era sinónimo de vida y "era como el semen, tenía un carácter de fecundidad". Según Francisco Jordi los prehistóricos pensaban que las mujeres quedarían fecundadas si se bañaban en dicha laguna.

No obstante, debido a la proximidad del santuario de la diosa Salus, el manantial se sacralizó de una manera distinta. Higía era honrada por los griegos como una de sus poderosas divinidades relativas a la salud, de su nombre deriva la palabra higiene. Sin embargo los romanos adoptaron su culto bajo el nombre de Salus y usaron dicha fuente para expurgar, ya sea espiritual o físicamente. "Desprenderse de los males de la época, como el incesto o los crímenes", añade. 

"La Fuente de la Salud es una zona mágica por el manantial y su cercanía por el caño de las marismas a los pies de las Peñas de El Cuervo ubicada a un kilómetro de la población de El Cuervo", informa Francisco Jordi. Los vecinos de la calzada conocen la historia del brocal, de esas aguas subterráneas. No hablan de Ceri, ni de la diosa, pero saben que en ese terreno "había algo". "Todo ha quedado escondido por la naturaleza y el tractoreo" comenta el joven historiador, a lo que continúa: "solo en momentos de riadas es cuando se pueden contemplar los cimientos del santuario". No se ha realizado ninguna prospección en la zona. Dice que La Junta no destina fondos para dicha investigación y que él intenta pelear para que se investigue, para que se explore. "Quiero que lo aprecien, esto se está convirtiendo en un vertedero", denuncia. 

Calzada deteriorada, piedra caliza, envoltorios de plástico y una quema de rastrojos cerca de los juncos que rodean al manantial. Esa es la escena actual. Lo poco que florece en estas tierras es la imaginación. Imaginación para recrear los cimientos del templo. Francisco Jordi señala unas pequeñas pronunciaciones en la tierra. Distingue los muros de piedra del templo romano. Tiene el ojo domesticado. No se ve diferencia a simple vista. ¿Su truco? Confiesa que cada vez que hay lluvias fuertes en la zona, examina a vista de pájaro a través del Google Earth. Una herramienta tan sencilla con la que ha conseguido divisar una villa romana a pocos kilómetros de la fuente de agua, hace apenas unos días. 

"Cuando hicieron las casas tuvieron que sacar de todo. En 1994 encontraron un pecio, un barco hundido", comparte el joven historiador jerezano. "Está todo soterrado, está todo por descubrir", añade. En las Peñas de El Cuervo hay multitud de restos cerámicos románicos y prerrománicos. "Se ve, no se necesita escarbar". Mientras muestra la zona, camina mirando hacia el suelo. Y no es en balde, en pocos minutos encuentra un resto de ánfora romana. Francisco Jordi paseó hace poco entre la piedra caliza y movediza de la comarca gaditana. Entre piezas modernas halló un trozo de roca con surcos. Esas incisiones le hicieron pensar que se tratase de un ídolo cilíndrico (un mármol tratado que se utilizaba como ofrenda para los dioses, para que las tierras de cultivo prosperasen). Sus conjeturas le llevaron al Museo Arqueológico de Jerez, pero le dijeron que no se hiciera ilusiones, que no presentaba las características habituales, que era un "capricho de la naturaleza". 

Este espacio, justo al lado de una necrópolis yendo hacia El Cuervo, era un punto neurálgico, de mucha afluencia. El santuario era una zona estratégica, es por ello que se encuentra entre Ceri (Sierra de Gibalbín), Asta Regia (Mesas de Asta) y Nabrissa (Lebrija). En ese conclave se han encontrado monedas cartaginenses, romanas, del bajo Imperio... Según ha estudiado este joven jerezano, Ceri no nace en el Imperio Romano, ya que ha encontrado antecedentes de asentamientos tartésicos. Tanto el templo -soterrado-, las aguas -ya subterráneas- y la Sierra de Gibalbín -antes Ceri- han sido transitados, poblados, trabajados y vividos. Una historia por escribir. Mil cuentos de antepasados que investigar y que divulgar. Ese es el objetivo de este joven: revalorizar el patrimonio histórico y protegerlo.