viernes, 24 de febrero de 2017

El País:La Acrópolis no se alquila


La marca italiana Gucci no desfilará en la Acrópolis de Atenas. Dicho así, esto no pasaría de ser una no noticia, un no suceso, por no hablar de lo poco fiable que resulta un enunciado en negativo. Pero rascando un poco la superficie del glamur, nos topamos no sólo con la mercantilización del arte o la historia, algo nada infrecuente en nuestros días, sino con una propuesta irritante, por parte de los responsables de la firma de lujo, a la endeudada Grecia.

Gucci pidió permiso a las autoridades arqueológicas del país para celebrar en junio un desfile de 15 minutos de duración entre el Erectheion y la cara norte del Partenón, para lo que, obviamente, el recinto arqueológico debería cerrarse al público además de convertirse por unas horas en tenderete de la mercadotecnia. Los organizadores lo tenían todo previsto: la pasarela, una tienda a modo de dress room, perdón, de vestuario, así como torres metálicas de 7-8 metros para instalar los altavoces y las luces. Al desfile asistirían 300 invitados, el 10% de ellos griegos, el 80% editores de moda europeos y norteamericanos, y el 10% restante, estrellas de Hollywood. A cambio de la autorización, Gucci ofrecía dos millones de euros al Gobierno griego en cinco años en concepto de ayuda a la restauración de los monumentos de la Acrópolis (Partenón, Erectheion y templo de Atenea Nike), o de cualquier otro tesoro arqueológico del país que decidieran las autoridades competentes.

Hasta ahí podría entenderse la desprendida propuesta italiana, pero los de Gucci cometieron un error imperdonable para el orgullo nacional griego: el evento —ese palabro tan asociado a fastos de este estilo— serviría también para hacer publicidad al Partenón y la Acrópolis por la asistencia de tanta luminaria de Hollywood y del mundo fashion, subrayaba la solicitud de Gucci. Hablando en plata, que por 15 minutos de desfile os pueden entrar de rondón unos cuantos turistas y celebridades, que esto del desfile es un auténtico chollo, si es que no lo queréis ver…

“Estamos siempre abiertos a [recibir] apoyo financiero, pero la dificultosa situación económica del país no es un argumento para ceder el monumento”, manifestó un alto cargo del Ministerio de Cultura tras conocer el rechazo de la solicitud por parte del Consejo Arqueológico Central (KAS, en sus siglas griegas), guardián del legado histórico nacional. Por si no quedara claro, “la Acrópolis es un símbolo para toda la humanidad que no puede ser objeto de transacciones comerciales”, añadió el portavoz de Cultura. En parecidos términos se expresó la ministra del ramo, Lydia Koniordu: “El Partenón no es un monumento cualquiera (…) Nuestro capital es nuestro patrimonio cultural y la belleza de este país. Si este capital lo invertimos de forma errónea le quitamos el valor".

Un gesto de "abyecto cinismo"

El diario Kathimerini, en las antípodas del amarillismo o el sensacionalismo atrabiliario, no fue tan diplomático y consideró la propuesta de Gucci directamente una humillación, recordando que el lugar es un “fulgurante símbolo de la democracia” (algo parecido dijo el expresidente Barack Obama al visitar la Acrópolis en noviembre pasado). “El argumento de que [el desfile] será beneficioso por la inyección de dinero o por la publicidad no es nada más que el disfraz de un abyecto cinismo”, añadía el diario.

La marca de lujo rechazó otros escenarios alternativos para celebrar el desfile que le plantearon las autoridades helenas y, erre que erre, insistió en su habitual patrocinio y mecenazgo de instituciones culturales y monumentos. Pero en Grecia pinchó en hueso: el legado de la historia no dará de comer —o sí, a juzgar por el lleno total de turistas en la Acrópolis, a diario—, pero alimenta, y mucho.

PD: Aunque el KAS da permisos con cuentagotas, incluso para sesiones académicas o reportajes de viajes, es cierto que la Acrópolis ha sido escenario, entre otros, de un desfile de moda de la casa Dior en 1951 y, posteriormente, de sendos rodajes de Nia Vardalos (la autora de Mi gran boda griega) y Francis Ford Coppola. En 2008, incluso, la ínclita Jennifer Lopez obtuvo autorización para una sesión de fotos, recuerda Kathimerini, pero porque el ministro de Cultura de entonces puenteó al KAS… y aún no se le ha perdonado (ni al ministro ni a JLo).