martes, 6 de junio de 2017

El 'romano' jorobado de Torrenueva


Los arqueólogos la esperaban y Paterna apareció. La Torrenueva de la época romana salió a la luz hace justo una década. Fue en unas excavaciones para construir viviendas de protección oficial cerca de la Cañada de Vargas. Debajo de unos terrenos convertidos finalmente en unos bloques de pisos verdes, se escondía la prueba: decenas de ánforas de un taller de alfarería que debió producir grandes cantidades de envases para las factorías de salazón de la antigua Sexi (Almuñécar), explicaron los expertos José María Pérez y Juan José Ayala. En su día se pararon las obras de construcción y se excavó todo el yacimiento. Entre los restos apareció el esqueleto de un chaval deforme -se sabe hoy, tras años de estudio de los huesos- único en la historia de la Paleopatología, ciencia que analiza las enfermedades de personas y de animales en la antigüedad.

«La peculiaridad del chico de Torrenueva es que no existen restos óseos tan bien conservados y tan completos que evidencien que la persona tenía una gran joroba. Su columna estaba totalmente torcida -111 grados-, sufrió la enfermedad de Scheuermann y terminó con una asimetría en la pelvis, con cojera y con una pierna más larga que otra», explica Joan Viciano, autor principal de esta investigación que acaba de publicarse en la revista especializada 'International Journal of Paleopathology' con mucho impacto internacional.

La promotora de aquellas viviendas tuvo que contratar a una empresa de arqueología que asumió la excavación -GESPAD- y se creó un grupo de investigación cuya figura principal es el antropólogo italiano Joan Viciano, de la Universidad de Chieti-Pescara, aunque por entonces estudiaba el doctorado en Granada. Hoy los restos del 'jorobado' de Torrenueva -bautizado por los investigadores como TOR302- están en Italia porque «la investigación sigue abierta y en revisión», dice Viciano.

Dos tumbas

El arqueólogo jiennense José Miguel Jiménez Triguero -vinculado también a la Universidad de Granada- fue el único de los investigadores que participó en aquellas excavaciones -los demás colaboraron con el análisis de restos óseos- y recuerda que TOR302 formaba parte de dos tumbas de una necrópolis romana, ya que al lado de los restos del chico jorobado apareció una mujer. El chaval murió por causas desconocidas a los 16 años, en la transición del siglo III al IV, según calculan los científicos.

Anabel Amores, coautora del estudio y antropóloga forense que también hizo su tesis doctoral en la UGR, aunque actualmente es investigadora en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, cuenta que colaboró en el análisis de los restos óseos. «Se estudiaron las diferentes alteraciones patológicas que presentaba y se hizo un estudio comparativo de la enfermedad de Scheuermann -que no es mortal- con respecto a otras patologías posibles. No se sabe de qué murió», concluye.

En la sepultura, se encontró un broche y una aguja, posiblemente de sus ropajes. Fue enterrado boca arriba, con la cabeza al oeste y los pies hacia el este. Esa postura en la que fue hallado el chaval torreño se repite en otras tumbas romanas con la intención de buscar la resurrección del fallecido en línea con el movimiento del sol.

Según el artículo recién publicado, Torrenueva era por entonces -cuando murió el chaval- una zona rural y las vides y los olivos copaban el paisaje. Pero anteriormente fue más rica. Según el estudio 'De nuevo sobre el Maraute. La Cañada de Vargas (Torrenueva) y el estuario del Guadalfeo en época romana. La trastienda del negocio sexitano (2014)', de José María García-Consuegra Flores y José María Pérez Hens, la desembocadura y el estuario del Guadalfeo fueron desde la época clásica testigos de un gran trajín mercantil fruto de las diversas culturas mediterráneas.

Los restos, en Italia

En el exitoso artículo se recoge que los restos óseos están actualmente en el Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, aunque los autores y miembros de la UGR han aclarado a IDEAL que el esqueleto del 'jorobado' de Torrenueva se haya en Italia, porque la investigación no ha acabado y podría sufrir revisiones.

Donde se ubique temporalmente no es tan importante como su destino final, que se supone que será el Museo Arqueológico de Granada o , como lejos, su 'Torrenueva natal'.